domingo, 21 de febrero de 2016

Una noche en el Trapeze parte I.

Habíamos terminado nuestros compromisos laborales en Miami y teníamos por delante un fin de semana largo para disfrutarlo como a nosotros nos gusta, es decir, con poca o nada de ropa y en compañía de otras parejas.

Semanas antes habíamos hecho nuestra investigación previa sobre los clubs que debíamos visitar para conocer la escena Swinger de Miami. La decisión estaba tomada; el viernes era para Trapeze (día en que permiten la entrada a hombres singles) y el sábado para Miami Velvet.
Ya que en un post anterior relatamos nuestra experiencia en el Miami Velvet ahora nos enfocaremos en el Trapeze.

El Trapeze es un club que se encuentra en el área de Fort Lauderdale, a unos 40 minutos del centro de Miami. Dicho club está ubicado en un pequeño centro comercial, como si de una lavandería se tratará. El negocio que se encuentra junto al club es una licorería estratégicamente bien ubicada, que funciona de maravilla ya que las fiestas de Trapeze son BYOB (Trae Tu Propia Bebida).


Después de haber pasado la mañana en Nikki Beach y la tarde en el Dolphin Mall regresamos al hotel a comenzar el ritual de preparación para salir “de fiesta”.
La tarde era muy calurosa y húmeda. Aunque la lluvia acechaba, no iba a haber tormenta que nos impidiera salir en busca de aventuras.

Arianne decidió usar uno de sus cortos-ajustados-sexys vestidos negros que reserva para estas ocasiones, tacones altos y pelo suelto… todo un espectáculo visual.

Siguiendo las sugerencias de algunas parejas locales que contactamos, llegamos al club aproximadamente a las 10:00 pm, ya que a diferencia del Miami Velvet la fiesta termina temprano en este club, algo así como a las 2:00 am.

El acceso al club toma algo de tiempo ya que tienes que regístrate en un monitor táctil que realmente no funciona muy bien. Las personas más ajenas a la tecnología pueden pasar un mal rato intentando descubrir que juego de teclas se usa para poner la “@”.

Una vez registrados y habiendo pagado la membresía de 50 dólares y el  correspondiente cover (de 80 dólares) nos dispusimos a entrar al club.
Al momento de ingresar nos topamos con una de las tres barras que tiene este lugar, registramos nuestra botella y dimos un pequeño paseo por las instalaciones.

El club tiene una pequeña pista (en comparación a otros clubs) en desnivel, de manera que todas las parejas que están sentadas en los sillones y mesas que rodean dicha pista pueden ver a las personas que bailan a ritmo de la música variada que es mezclada por un DJ.
Dentro de la pista se encuentra un tubo, donde las chicas más hábiles pueden mostrar sus destrezas en el arte del Strip Tease.
A un costado de la pista se encuentra ubicado el buffete que se ofrece como parte del cover. Nosotros apenas tuvimos la oportunidad de probar algunos canapés, pero la oferta es basta y deliciosa.


En la esquina opuesta a la entrada se encuentra un segundo bar, un poco más pequeño, que da acceso a los baños y al primer vistazo del playroom… Un amplio cuarto que está conformado por un enorme ventanal que funge como pared.
Desde ahí puedes ver todo lo que las parejas están haciendo en las dos camas y varios sillones de la habitación. Me recordó un poco a las vitrinas de Ámsterdam.

Más adelante nos encontramos con un pequeño pasillo con una bifurcación, que por un lado te lleva al cuarto de lockers donde “debes” dejar tu ropa y recoger las toallas que te servirán como togas el resto de la noche, mientras el otro extremo del pasillo te lleva al área de juegos.
Tanto en el Trapeze como en el Miami Velvet es obligatorio estar desnudo o en toalla para accesar al playroom, una regla a la cual nos hemos acostumbrado y que ahora disfrutamos mucho.

Ya para ese momento habíamos tomado un par de copas y estábamos listos para la aventura.
<<¿Qué estamos esperando acá afuera?>>


Así pues, nos envolvimos en nuestras toallas y entramos al playroom. El acceso esta resguardado para asegurar que todos cumplan con la regla de la desnudez. Al entrar nos encontramos con la tercera y más pequeña barra del club, que sirve como separación entre las dos áreas en las cuales se subdivide el playroom. Al ser noche de viernes el lado derecho del club esta destinado exclusivamente para parejas y en el izquierdo tienen acceso “hombres solos”.
<<Empecemos con el izquierdo>> Sugirió Arianne.

Pasaba de las 11:00 pm y el club estaba a reventar, la sala de singles no era la excepción. Encajado en una de las cuatro paredes del cuarto hay un gran sillón que generalmente es usado por algunas parejas que se dedican a mirar mientras seleccionan al single de su preferencia.
En una de las esquinas hay una pequeña camilla con apoyo para pies, como si de una cama de parto se tratara. En ella se encontraba una mujer de unos 50-y-tantos años (y algunos kilos de más) rodeada de una multitud de hombres tocándola, besándola y haciendo fila para penetrarla. Todo esto mientras ella le hacía sexo oral a un hombre de rasgos orientales.
El que parecía ser su esposo/pareja estaba cerca de ella sin interactuar, y se encargaba sólo de cuidar que nadie fuera a lastimarla.
Nunca habíamos presenciado una escena de ese tipo, así que nos quedamos allí varios minutos como espectadores.
Mientras presenciábamos el primer Gang Bang  que hemos visto en la vida real, muchos singles pasaban cerca de nosotros y tocaban el hombro de Arianne buscando una respuesta que los invitará a tocar algo más. Ella no pareció interesada en ninguna propuesta, aunque el día siguiente me confesó que había varios singles bastante atractivos en esa sala.
<<Tal vez para la próxima ocasión>>

Seguimos caminando por el estrecho pasillo de esa área, rodeados por una larga cama del lado derecho y sillones del lado izquierdo. Podíamos ver tríos cogiendo por doquier, hombres masturbándose mientras tocaban a mujeres ajenas entre las sombras, inclusive vimos a un par de personas durmiendo profundamente en algunos de los sillones.

Sin duda había demasiado que ver en el área de singles, mucho de ello nuevo para nosotros pero era hora de entrar a la sección exclusiva de parejas para empezar a disfrutar del algo más que el voyerismo.



AyA.

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